Reflexiones sobre el inicio de un nuevo año: un llamado a la fidelidad.
A medida que se acercan los últimos días de 2024, el mundo que nos rodea está lleno de entusiasmo por el amanecer de un nuevo año. A menudo nos encontramos atrapados en el fervor, ansiosos por despedirnos de lo viejo y embarcarnos en lo nuevo. Pero, al encontrarnos en el umbral de 2025, recuerdo que la verdadera transformación no es simplemente un producto de cambiar los números de un reloj o un calendario. Más bien, es el resultado de un compromiso profundo de vivir una vida que honre a Dios.
Al buscar la guía del Señor, fui conducida a Ezequiel 15 y 16. Estos capítulos pintan una imagen vívida del amor y el cuidado inquebrantables de Dios por su pueblo, yuxtapuestos con su cruel desprecio por sus bendiciones. Las palabras de Ezequiel 15:6-8 me traspasaron el corazón y me convencieron de que, en ocasiones, mi propia conducta ha negado las bendiciones del Señor.
Ezequiel 16 ofrece un conmovedor recordatorio del amor redentor de Dios. A pesar de nuestra propensión a la infidelidad, Él nos acoge, cuida de nosotros y nos adorna con joyas preciosas, todo lo cual refleja su amor infinito. Y, sin embargo, a menudo respondemos con ingratitud, descuidando a Aquel que nos ha dado vida y aliento.
Esta constatación tocó una fibra sensible en mi interior, y me hizo recordar una experiencia personal de hace unos meses. Después de pasar una noche de sábado en un club nocturno, sentí una inquebrantable sensación de convicción mientras conducía de regreso a casa. El dolor en mi alma era palpable, un testimonio de la disonancia entre mis acciones y mi fe. En ese momento, supe que había sido infiel a Aquel que más me ama.
Ezequiel 16 iluminó las profundidades del dolor de Dios por nuestra infidelidad. Su amor no es una emoción pasajera, sino un compromiso constante e inquebrantable con nosotros. Al reflexionar sobre mi propio camino, recuerdo el poder transformador del amor de Dios. Cuando entregué mi vida a Jesucristo, me convertí en su esposa, llamada a la fidelidad y la obediencia.
Al estar en la cúspide de un nuevo año, me siento obligada a volver a comprometerme con este llamado. Ruego que Dios me llene de su asombroso amor, que me saque del fango del egoísmo y me afiance en su palabra. Que mis pensamientos sean sus pensamientos, que mis oídos estén atentos a su voz y que mi corazón esté lleno de su amor. Que su luz brille más que yo, iluminando el camino que tengo por delante.
En el nombre de Jesús, lo pido. Amén.
—MC©️
#Faith2bStrongOnPurpose
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