Tomar la decisión qué Reamente Importa.
La vida está llena de decisiones. Todos los días nos enfrentamos a decisiones que pueden afectar nuestra vida de manera significativa. Desde lo mundano hasta lo profundo, nuestras decisiones moldean quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos. Pero en medio de todas estas decisiones, a menudo olvidamos la única decisión que realmente importa: seguir a Jesús.
Como creyentes, somos propensos a quedar atrapados en el movimiento de tener éxito, de lograr nuestras metas y de cumplir con las expectativas de los demás. Nos comparamos con los demás, pensando que si ellos pueden hacerlo, nosotros también podemos. Pero esta mentalidad puede llevarnos a un ciclo interminable de esfuerzo, dejándonos cansados e insatisfechos.
Yo misma he estado en esa situación. He tratado de encontrar satisfacción en las actividades mundanas, pensando que si tan solo trabajaba más duro, lograba más o poseía más, encontraría la satisfacción que buscaba. Pero no importaba cuánto lo intentara, no podía quitarme la sensación de vacío interior.
Fue entonces cuando me di cuenta de que me había olvidado de tomar la única decisión que realmente importa: seguir a Jesús. No solo asistir a la iglesia o cumplir con los trámites de la religiosidad, sino seguirlo verdaderamente, entregar mi vida a su voluntad y permitirle que me transforme de adentro hacia afuera.
En Mateo 16:24-26, Jesús dice: “El que quiera ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la hallará. ¿De qué le servirá a alguien ganar el mundo entero, si pierde su alma?”.
Seguir a Jesús requiere un cambio fundamental en nuestras prioridades. Requiere que nos neguemos a nosotros mismos, tomemos nuestra cruz y entreguemos nuestra vida a su voluntad. No se trata solo de asistir a la iglesia o hacer buenas obras; se trata de morir a nuestros propios deseos egoístas y permitirle que renueve nuestra mente, corazón y espíritu.
Al reflexionar sobre mi propio camino, recuerdo el sacrificio que Jesús hizo por mí en la cruz. Él eligió morir por mis pecados, limpiarme y darme una nueva vida. Y al recordar su sacrificio, me siento obligada a tomar la única decisión que realmente importa: seguirlo.
Querido Jesús, hoy me arrepiento de mis pecados y te recibo en mi corazón como mi único Dios, Señor y Salvador. Quédate en mi corazón, sostenme fuerte de tu mano y guíame hacia las promesas que nuestro Padre Celestial tiene para mí. Te doy gracias, Jesús. Amén.
—MC©️
#Faith2bStrongOnPurpose
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