El poder de la sabiduría y la gracia de Dios.

Al reflexionar sobre mis experiencias recientes, recuerdo la naturaleza brutal del mundo en el que vivimos. Sin embargo, a pesar de los desafíos y las dificultades, estoy agradecido por la paz y la gracia de Dios que vence la brutalidad de este mundo. En medio de los errores y los reveses, el enemigo a menudo busca recordarnos nuestros fracasos pasados, especialmente cuando ve que nuestra paz y confianza provienen del Señor.

En Santiago 3:13-18, se nos recuerda que la verdadera sabiduría viene de lo alto. Cuando nos centramos en Dios y buscamos Su sabiduría, nos volvemos más perspicaces y mejor equipados para afrontar los desafíos de la vida. Esta sabiduría nos permite vivir vidas honorables, hacer buenas obras y humillarnos ante Dios. Cuando reconocemos la fuente de nuestra sabiduría, nos centramos más en nuestra vida espiritual.

Mis propias experiencias me han enseñado la importancia de buscar la sabiduría de Dios. En el pasado, confiaba en mi propio entendimiento y sabiduría, lo que a menudo me llevaba a cometer errores y reveses. Sin embargo, a medida que he llegado a reconocer las limitaciones de mi propia sabiduría, he aprendido a buscar la guía y la sabiduría de Dios. Esto me ha dado la oportunidad de corregir mi visión y centrarme en la voluntad de Dios, en lugar de tratar de controlar o manipular las circunstancias para lograr mis propios deseos.

Al mirar hacia el futuro, estoy agradecida por las promesas de Dios y el amor que me ha demostrado. Reconozco que Su sabiduría es la clave para mantener mi enfoque en Él, y mi humildad es la clave para desbloquear las promesas que Él tiene para mí. Estoy agradecida por el don de la salvación a través de Jesucristo, quien me ha sacado del barro y me ha blanqueado, convirtiéndome en una hija del Dios Altísimo.

Para terminar, ofrezco esta oración: Padre Celestial, te agradezco por la sabiduría y la gracia que has derramado en mi vida. Ayúdame a permanecer enfocada en Ti y a buscar Tu sabiduría en todas las cosas. Gracias por enviar a Tu Hijo, Jesús, para redimirme y hacerme Tuya. Amén.

—MC©️

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