Enfermedad y la Fortaleza Eapiritual.

Esta semana, me encontré luchando contra la bronquitis y el asma, con mi cuerpo físico debilitado por el estrés en mis pulmones. Mientras estaba acostada en la cama, luchando por respirar y toser, sentí que el peso de la soledad se instalaba en mi mente. Los recuerdos de los cuidados de mi madre inundaron mi mente y no pude evitar gritar de desesperación.

Pero incluso en medio de la debilidad física, mi espíritu me recordó que no estaba sola. Me dirigí a Colosenses 1:15-20, donde encontré consuelo en el conocimiento de que Jesús, la imagen visible del Dios invisible, ha estado conmigo desde el principio de los tiempos. Él es el Creador de todas las cosas, incluyéndome a mí, y yo soy una creación perfecta diseñada para agradarle.

Al reflexionar sobre esta verdad, mi alma se regocijó en la paz que viene de conocer a Jesús. A pesar de que mi cuerpo físico seguía débil, mi cuerpo espiritual se fortaleció. Me di cuenta de que mi verdadera enfermedad no era mi enfermedad física, sino mi estado espiritual. Y Jesús, el Gran Médico, ha sanado lo que realmente me afligía: mi espíritu y mi alma.

En ese momento de vulnerabilidad, recordé el don de la redención a través de la sangre de Jesús. Agradecí a Dios por aceptarme como su hija y por la oportunidad de confiar ciegamente en Él.

Mientras sigo recuperándome, me aferro a la promesa de que Jesús siempre está conmigo, incluso en los momentos más oscuros. Confiaré en Él, incluso cuando mi cuerpo físico esté débil, sabiendo que mi cuerpo espiritual es fuerte en Él.

En el nombre de Jesús, amén.

—MC©️

#Faith2bStrongOnPurpose

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