Invertir en tesoros eternos.

Al profundizar en mi estudio bíblico, no pude evitar reflexionar sobre la importancia de la Palabra de Dios en mi vida. En Colosenses 3:2, Pablo insta a los creyentes a “poner la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”. Este versículo sirve como un conmovedor recordatorio de que nuestro enfoque debe estar en acumular tesoros en el cielo, en lugar de acumular posesiones materiales en la tierra.

En el pasado, me encontraba enredada en la idea de que mi arduo trabajo y dedicación me daban derecho a aferrarme a mis posesiones terrenales. La noción de “¡Trabajo demasiado duro por ello para perderlo!” dominaba mi pensamiento. Sin embargo, a medida que maduré en mi fe, llegué a darme cuenta de que estos tesoros terrenales son fugaces y no los puedo llevar conmigo cuando mi tiempo en esta tierra llegue a su fin.

El apóstol Pablo escribe en 1 Timoteo 6:7: “Porque nada hemos traído a este mundo, y nada podemos sacar de él”. Este versículo tocó una fibra sensible en mí y comencé a reevaluar mis prioridades. Empecé a adoptar un enfoque más minimalista de la vida, reconociendo que Dios me provee exactamente lo que necesito y que Su presencia me brinda satisfacción.

Como dice el Salmo 119:57: “Señor, tú eres mi porción; he prometido obedecer tus palabras”. He llegado a comprender que Dios es mi herencia, mi porción y mi hogar eterno. Todo lo que soy y todo lo que tengo es un resultado directo de Su bondad y gracia.

En el Salmo 16:11, David declara: “Me darás a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, de delicias eternas a tu diestra”. He experimentado este gozo y satisfacción en la presencia de Dios, y ha transformado mi vida.

Al reflexionar sobre mi recorrido, recuerdo el precioso don de la gracia de Dios. A través de Jesucristo, mi Señor y Salvador, he sido bendecido con la oportunidad de recibir las bendiciones de las promesas de Dios. Mi nombre está escrito en el Libro de la Vida y mi corazón ha sido limpiado por la sangre de Jesús.

En conclusión, estoy agradecida por el recordatorio de invertir en tesoros eternos, en lugar de posesiones terrenales. Que pueda seguir poniendo mi mente en las cosas de arriba, buscando primero el Reino de Dios y Su justicia. Que mi corazón permanezca enfocado en los placeres eternos que me esperan en la presencia de Dios.

En el nombre de Jesús, lo pido. Amén.

—MC©️

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