Ser diferentes, pero iguales: una perspectiva cristiana.

En el mundo de hoy, ser diferente a menudo significa imponerse a los demás, sin importar el costo. Sin embargo, como cristianos, estamos llamados a ser diferentes de una manera que esté basada en la humildad y la igualdad. No somos mejores que los demás, ni somos menos; somos iguales a los ojos de Dios.

Al reflexionar sobre Mateo 5:1-12, el Sermón del Monte de Jesús, me impresionó darme cuenta de que nuestra singularidad como cristianos tiene sus raíces en nuestro compromiso con la Palabra de Dios. Si bien estamos llamados a amar a los demás por igual, nuestras actitudes, caracteres y personalidades están marcadas distintivamente por nuestra fe.

Pero, ¿por qué debemos ser diferentes? Deuteronomio 6:1-15 nos recuerda que nuestra raíz está en Dios, y debemos mantener nuestros ojos fijos en Él. El mundo está lleno de tentaciones que pueden captar fácilmente nuestra atención, desviándonos del camino de Dios. Las Bienaventuranzas (Mateo 5:3-12) ofrecen un modelo para vivir una vida que honre a Dios, y nos llaman a alejarnos del pecado y a encaminarnos hacia la justicia.

Ser diferente no significa aislarnos de los demás ni juzgarlos por sus pecados. Más bien, significa amarlos con el mismo amor que Cristo nos ha mostrado, manteniendo al mismo tiempo nuestro compromiso con las normas de Dios. Como nos recuerda 1 Corintios 6:19-20, nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo y debemos honrar a Dios con nuestras vidas.

En un mundo que a menudo celebra el conformismo y la autocomplacencia, ser diferente como cristiano significa nadar contra la corriente. Significa priorizar nuestra relación con Dios, buscar su guía y vivir de acuerdo con su Palabra.

Como escribió el apóstol Pablo: “No os conforméis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:2).

Esforcémonos por ser diferentes de una manera que honre a Dios, pero manteniendo la igualdad en nuestro amor y compasión por los demás. Que nuestra vida sea un reflejo del amor de Cristo y nuestro compromiso con Su Palabra.

—MC©️

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